Diez estrategias prioritarias para las juventudes centroamericanas

En el marco de las actividades de cierre del proyecto “Desarrollo de políticas e iniciativas a nivel regional a favor de jóvenes en riesgo social y en conflicto con la ley”, coordinado por UNFPA y co-ejecutado, en el componente de políticas públicas, por Interpeace, SICA y SISCA, el viernes 10 de agosto se realizó en la ciudad de San Salvador el taller de presentación de los Lineamientos regionales para la prevención social de la violencia asociada con jóvenes en Centroamérica.

A partir de las propuestas generadas colectiva y multisectorialmente en cada uno de los países de la región, Interpeace ha podido subrayar y sintetizar aquellos elementos comunes a todos y que parten de lo local y lo nacional, apuntalando una visión regional sobre el fenómeno de la violencia que afecta a las juventudes y cómo prevenirla. Desde esa visión privilegiada que proviene de escuchar múltiples voces estos lineamientos regionales tienen como propósito consolidar esfuerzos y articular visiones en torno a la prevención de la violencia y la construcción de una cultura de paz desde y para las juventudes centroamericanas, como un aporte a las sociedades en su conjunto.

«Cuidado si el cambio más importante no está en pasar de una cultura de violencia a una cultura de paz»
Entrevista a Max Loría, Viceministro de Paz de la República de Costa Rica

¿Qué significa para Centroamérica contar con estos lineamientos regionales?

Para Centroamérica es importante poder contar con líneas generales, cada país tiene sus esfuerzos, pero mucho del problema de la violencia es regional y amerita una respuesta regional. Y sobre todo en el tema de la juventud, que no solo representa la mayor cantidad de población sino la más importante, porque es la que tiene los activos en el empleo y en la fuerza laboral. Lo que es clave aquí es que hay un consenso alrededor de los temas en los cuales debemos concentrarnos, por ejemplo, el tema de educación: cómo fortalecer la educación no sólo como derecho sino también como instrumento de prevención. El tema del buen uso del tiempo libre, el deporte, la cultura, el arte, la tecnología, y cómo podemos convertirlos en instrumentos de prevención de la violencia más allá del derecho a disfrutar de ellos que tienen los jóvenes. El tema del empleo, como formación de proyectos de vida. El tema de la resolución pacífica de conflictos y las capacidades para resolver nuestros problemas de una manera pacífica y no mediante la violencia. Son temas que compartimos y que necesitamos incluirlos en una agenda institucional centroamericana.

¿Qué rol juega la cultura para pasar de una sociedad que tolera la violencia a una sociedad que abraza la paz?

La cultura de paz es la base sobre la cual debemos aprender a convivir de una manera pacífica. La resolución pacífica de conflictos, por ejemplo, y cómo logramos inculcarla dentro de esto que llamamos la cultura de paz. Las formas en que nos relacionamos todos, entre nosotros y con las instituciones, es un tema cultural. Lo otro es el orgullo y la identidad y el respeto a las manifestaciones propias de cada país, de cada territorio. Muchas de las manifestaciones de violencia tienen que ver con un rechazo a culturas que vienen impuestas, a un sentimiento de desasosiego general, cuando más bien lo que necesitamos es hacer sentir a las personas orgullosas de sus comunidades y de su identidad cultural. Y por eso las manifestaciones artísticas y culturales son clave para la paz. Por eso cuidado si el cambio más importante no está en pasar de una cultura de violencia a una cultura de paz.

Siendo viceministro de paz, ¿cree usted que cada uno de los países que integran la región, necesitan una institucionalidad dedicada exclusivamente a la paz?

Costa Rica está muy orgullosa de esa institucionalidad, asociada por supuesto a nuestra historia y a nuestros valores. Pero también somos muy respetuosos de la manera en que cada país pueda organizarse. No quisiera yo recomendar, y menos desde un punto de vista oficial, ninguna institucionalidad a ningún otro país.

Finalmente, ¿cuál es el papel que deben desempeñar los jóvenes en un esfuerzo como éste?

Los jóvenes están en el nudo del problema y lo interesante es que vemos pocos jóvenes en la reunión. Es muy importante tomarlos en cuenta en la formulación de estas políticas junto con el criterio experto, pero sobre todo en la ejecución. No es lo mismo que un viceministro de cuarenta años vaya a trabajar con un grupo de muchachos de veinte años, a que sean jóvenes que tengan experiencia, que han logrado superar problemas, los que trabajen con esos muchachos de veinte años. En la ejecución de los programas es clave la participación de los jóvenes. Cuando hablamos de violencia juvenil, es muy importante insistir en que la gran mayoría de jóvenes son personas de bien. Son personas que están estudiando, buscando empleo, resolviendo sus proyectos de vida. Y aunque si bien es cierto que tenemos problemas de violencia con los jóvenes, ese problema está focalizado en un grupo minoritario. Los jóvenes deberían, mediante una organización más masiva, ser más solidarios con estos grupos minoritarios que están generándole un problema a la sociedad.

«Generar una capacidades para que el producto de estos diálogos sea implementado por la mayor parte de la sociedad»
Entrevista a Douglas Urbina, Oficial del Programa Nacional de Prevención, Honduras

¿Qué significa para Centroamérica contar con estos lineamientos regionales?

Primero, por un lado, es el intento de homologar criterios y enfoques que consideramos que son vitales para el buen funcionamiento de todas estas iniciativas que están enfocadas en prevenir la violencia, dentro del marco de los derechos, el marco de participación y desde el marco de la cosmovisión de las diversas juventudes. A pesar de eso, se necesitan juntar criterios. Y es por eso la importancia del marco regional, para poder aunar esfuerzos. El otro elemento que es importante es la articularidad que deben tener los cinco países centroamericanos, en el sentido de que haya coincidencias en el marco de acciones y en el marco teórico. Y además, que estos procesos, tomando en cuenta que son de países con características muy similares, puedan funcionar de una manera compacta. Y puedan beneficiar, no solamente a los jóvenes de un país, sino a los jóvenes de toda la región.

¿Qué rol juega la cultura para pasar de una sociedad que tolera la violencia a una sociedad que abraza la paz?

Un punto de partida es la herencia cultural negativa, en el sentido de la represión, algo ancestral que viene con la conquista, y los patrones autoritarios en los que han influido los regímenes militares. Tenemos una sociedad con un concepto militarista, donde estos enfoques y estas formas han llegado hasta la familia. Enfoques patriarcales y también machistas han hecho de nuestra sociedad un espacio no democrático sino impositivo. Esto en contraposición de la construcción de las culturas y la construcción de colectivos sociales que generen nuevos puntos de vista, por ejemplo la comprensión, el diálogo inter-generacional, el diálogo entre los géneros en un marco de respeto. Ese es el papel de las nuevas culturas y formas de la comunicación, también el diálogo democrático. Eso es lo importante de emplear los procesos lúdicos, las artes y las culturas como una herramienta para dirigirnos a una cultura de paz.

¿Cuál es el rol y responsabilidad de los jóvenes en la construcción de una sociedad de paz?

Primero, es una tarea muy ardua pasar de estos diálogos a la parte operativa y de relaciones y de participación local, en las instancias más primarias y locales. Estamos hablando de gobiernos locales y trabajo concreto con comunidades, lo cual es un reto muy grande. La otra parte del reto sería, cómo generar una capacidad para que el producto de estos diálogos sea implementado por la mayor parte de la sociedad. En tal sentido, el tema de la comunicación y campañas de comunicación para que se adopten todos estos criterios es básico. Creo que hay buenas experiencias, buenos insumos y nuevos medios que nos van a facilitar la tarea. Existen nuevas formas de comunicación y estos procesos van a ayudar también a difundir todos estos cambios, más allá de la aceptación de políticas y del establecimiento de éstas a nivel regional.

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